
Hoy en Futbolverdadero vamos a hablar con un joven entrenador extremeño, el cual está realizando su trabajo en los banquillos del futbol base en EEUU.
Conozcamos el trabajo y la experiencia dentro de los banquillos de Fernando Calderón.
¿Qué motivó a Fernando a convertirse en entrenador de fútbol y cómo fueron sus primeros pasos en este camino?
El fútbol ha sido una constante en mi vida desde que tengo memoria. Crecí en Monterrubio de la Serena, un pequeño pueblo de 2000 habitantes en Badajoz, donde jugar al fútbol con amigos y ver partidos en el campo de tierra del equipo local eran mis mayores diversiones. Allí, con apenas 4 o 5 años, comencé a disfrutar del fútbol jugando con los amigos y en los entrenamientos de mi hermano mayor.
A los 8 años, por motivos laborales de mis padres, nos mudamos a Don Benito, donde continué jugando al fútbol en equipos locales hasta mi adolescencia. Sin embargo, llegó un momento en el que comprendí que mi nivel como jugador no me llevaría al fútbol profesional, y empecé a explorar otras posibilidades.
Durante un tiempo, incluso consideré seguir una carrera militar, atraído por la disciplina y los valores que veía en ese mundo. Sin embargo, el fútbol nunca dejó de estar presente. Por ello, decidí estudiar Ciencias del Deporte en Granada, un giro que marcó un antes y un después en mi vida. Allí, no solo renové mi conexión con el fútbol, sino que profundicé en su metodología y táctica, leyendo libros, viendo partidos y aprendiendo de entrenadores.
A los 18 años, tuve claro que quería ser entrenador. Empecé a formarme con las licencias UEFA, consiguiendo con el tiempo la UEFA A y el nivel 3 académico. Desde entonces, he dedicado mi vida a esta pasión, convencido de que el fútbol no es solo un deporte, sino una herramienta para enseñar valores, construir equipos y contribuir al crecimiento de las personas.
Ojalá pueda seguir viviendo de este deporte que tanto amamos. Hoy, a mis 24 años, tengo la suerte de hacerlo en Estados Unidos, un lugar donde sigo creciendo como entrenador y como persona, enfrentando nuevos retos y aprendiendo cada día. Mi objetivo es seguir desarrollando a mis jugadores y equipos, al mismo tiempo que continúo evolucionando como profesional, siempre con la mentalidad de mejorar y aportar lo mejor de mí en cada oportunidad.
¿Cómo describirías tu experiencia trabajando en una academia de fútbol base en Granada? ¿Qué aprendizajes se llevó de esa etapa?
Mi experiencia trabajando en una academia de fútbol base en Granada, específicamente en We Futbol Club, fue una etapa fundamental en mi desarrollo como entrenador y como persona. Con el tiempo, he aprendido a valorar profundamente las oportunidades y lecciones que esta etapa me brindó, especialmente al trabajar con jugadores cadetes y juveniles.
Una de las mayores lecciones que aprendí fue la diferencia entre los objetivos formativos y los objetivos empresariales de una academia. Entendí que, aunque el fútbol base tiene como meta principal el desarrollo de los jugadores, también es esencial comprender su funcionamiento como organización.
Durante esa etapa, aprendí que los errores son oportunidades valiosas de aprendizaje y que la gestión de grupo es la base de cualquier equipo exitoso. Descubrí que los objetivos individuales requieren esfuerzo personal, pero los objetivos grupales solo se alcanzan cuando cada individuo pone sus habilidades al servicio del colectivo.
Además, entendí que, aunque la táctica y la metodología son importantes, factores como la psicología, el liderazgo y la comunicación tienen un impacto aún mayor en el desarrollo de los jugadores y en la construcción de un equipo.
Ahora, desde mi experiencia en Estados Unidos, reflexiono sobre la importancia de valorar estas experiencias y priorizar el aprendizaje por encima de la ambición de llegar rápido a la cima. La paciencia y la serenidad son esenciales, especialmente en momentos de duda o dificultad.
Recuerdo el consejo que me repetía mi mentor y amigo, David Tenorio (actual seleccionador sub-18 de España). Aunque no puedo citar sus palabras exactas, la esencia de su mensaje sigue guiándome: “Aprovecha al máximo cada experiencia, especialmente en esta etapa de tu vida, porque ahora es el momento de aprender, no de obsesionarte con alcanzar un lugar o un objetivo concreto.”
Este consejo me enseñó a ser paciente, a valorar cada oportunidad como un paso en mi desarrollo personal y profesional, y a no apresurarme en un camino que requiere paciencia, esfuerzo y dedicación. Desde entonces, entiendo que el crecimiento es un proceso continuo y que cada etapa tiene un propósito único en nuestra evolución.

¿Qué le aportó a Fernando a trabajar con el Granada Femenino en términos de desarrollo personal y profesional?
Trabajar con el Granada Femenino fue mi primera experiencia como entrenador, formando parte de un cuerpo técnico. Quiero agradecer a Edu, entrenador del Granada B Femenino, a quien conocí durante los cursos de entrenador, por darme la oportunidad de realizar las prácticas con su equipo y comenzar a formarme en el ámbito profesional. Por desgracia, esta etapa coincidió con la llegada del COVID-19, lo que nos impidió completarla como hubiéramos querido.
A pesar de las dificultades, aprendí mucho. Gestionar un grupo de jugadoras llegando o sobrepasando la edad adulta, algunas de ellas compañeras mías en la facultad, fue un reto completamente diferente al de trabajar con equipos masculinos. Además, el contexto de la pandemia nos obligó a adaptar el trabajo a entrenamientos virtuales, lo que me permitió aprender de Antonio Garzón, preparador físico del equipo, sobre cómo desempeñar la profesión con compromiso y pasión.
Aunque breve y condicionada, esta experiencia fue fundamental para entender que estaba en el camino correcto, al mismo tiempo que me mostró todo lo que me quedaba por aprender.
¿Qué te llevó a dar el salto a trabajar en academias de fútbol en Estados Unidos?
Dar el salto a trabajar en el extranjero era algo que llevaba tiempo considerando desde que comencé a obtener las licencias UEFA. En España, es complicado trabajar a tiempo completo en fútbol, especialmente cuando estás empezando, eres joven y no tienes un nombre reconocido en el sector.
Por otro lado, siempre he tenido interés en aprender de diferentes culturas, contextos y personas. Varios entrenadores con experiencia en el extranjero me habían compartido lo enriquecedor que podía ser este camino, lo que aumentó mi motivación para dar el paso.
Cuando surgió la oportunidad de venir a Estados Unidos, ya estaba mentalmente preparado para asumir el reto. Muchas personas de mi entorno, con más experiencia, me animaron a aprovechar esta oportunidad, calificándola como una decisión valiente. En este momento de mi vida, sin ataduras personales, sentí que era el momento perfecto para asumir este tipo de riesgos.
Quiero agradecer a Mario Zúñiga, quien me puso en contacto con una agencia que conecta entrenadores europeos con academias en Estados Unidos. Mario comenzó su carrera en este país a través de la misma agencia, aunque ahora ya no la necesita, y su experiencia fue clave para que yo también pudiera dar este paso.

¿Cómo es la estructura y metodología de las academias de fútbol en EE. UU. en comparación con las españolas?
Creo que la comparación depende mucho de la academia en la que estés, ya que cada una tiene sus particularidades. Basándome en mi experiencia en HTX Soccer en Houston, puedo destacar algunas diferencias clave entre las academias de EE. UU. y las españolas.
En cuanto a la estructura, HTX tiene más de 8500 chicos en diferentes niveles: recreacional, youth academy, competitivo y élite.
Los equipos recreacionales están orientados al aspecto lúdico, donde los entrenadores son generalmente padres de los jugadores. El enfoque es que los niños se diviertan y den sus primeros pasos en el fútbol. En la youth academy (7-10 años), los niños comienzan a trabajar los fundamentos básicos con entrenadores más cualificados. No hay una clasificación oficial, pero se emparejan equipos con niveles similares para fomentar el desarrollo.
En los equipos competitivos, los jugadores compiten en ligas externas con otros clubes, buscando un desarrollo más técnico y táctico. Finalmente, en los equipos élite, participan los jugadores con más nivel, que buscan becas universitarias o un futuro profesional, compitiendo a nivel nacional
HTX Soccer tiene una metodología de entrenamiento muy adaptable, diseñada para ajustarse al nivel, las características y la etapa de desarrollo de cada equipo. Se utiliza una terminología común para que los jugadores puedan aprender de manera progresiva y consistente.
Cada semana se trabaja en un aspecto específico del juego, como el pressing o la capacidad de romper líneas de presión del rival. Aunque cada entrenador tiene libertad para abordar estos conceptos de forma personalizada, existe una guía básica que garantiza una formación coherente para los jugadores a lo largo de su desarrollo.
Una herramienta clave en este proceso es PlayMetrics, un software que el club pone a disposición y que facilita la gestión de entrenamientos, la comunicación con los padres y el seguimiento del progreso de los jugadores. Esta profesionalización en la gestión y en el desarrollo de los jugadores es algo que rara vez se encuentra en las academias de fútbol en España.
En términos generales, las academias en Estados Unidos tienden a seguir una estructura escalonada, con un enfoque más progresivo y menos competitivo en las primeras etapas.
En contraste, las academias en España suelen tener un enfoque competitivo desde el principio, con un alto nivel de exigencia en etapas tempranas, lo que prepara rápidamente a los jugadores para un nivel competitivo alto, aunque puede ser más demandante para ellos.
¿Qué aspectos del fútbol en EE. UU. me han sorprendido más, tanto positiva como negativamente?
El nivel de profesionalización y los recursos disponibles en academias no profesionales como la que trabajo es algo que me ha sorprendido gratamente. Contar con herramientas como la cámara VEO para grabar entrenamientos y partidos permite realizar análisis detallados y compartir conocimientos con otros entrenadores, promoviendo un crecimiento continuo.
Además, la organización en mi academia está tan bien estructurada que todo fluye de forma eficiente, minimizando conflictos. Saber exactamente con quién dirigirse en cada situación y tener procesos claros para solucionar problemas me ha enseñado que el fútbol no solo se juega en el campo, sino que requiere una gran logística para que todo funcione de manera óptima.
Por otro lado, hay aspectos que considero más negativos. Me llama la atención la presión que algunos padres ejercen sobre sus hijos, tratándolos como si fueran estrellas en lugar de niños que están aprendiendo y disfrutando. Esta mentalidad de que solo vale ganar, donde empatar o perder no es una opción aceptable, incluso si el rival es claramente superior, es algo que veo con frecuencia.
También me ha sorprendido que muchos niños practiquen varios deportes al mismo tiempo, lo cual puede ser positivo en algunos casos, pero muchas veces les impide comprometerse con lo que supone formar parte de un equipo. Las ausencias frecuentes por coincidencias con otras actividades dificultan el trabajo colectivo y afectan al grupo.
Otro reto importante es crear contextos competitivos. Aquí, la idea de que quien paga debe jugar complica fomentar la competitividad interna en el equipo y, en ocasiones, también la externa en las ligas. Esto es muy diferente a lo que sucede en España, donde la competitividad está presente desde las etapas más tempranas y forma parte del desarrollo natural de los jugadores.
En definitiva, esta experiencia me está ayudando a ampliar mi perspectiva como entrenador, entendiendo otras formas de trabajar y adaptándome a un entorno con dinámicas muy diferentes. Aunque hay aspectos que me gustaría ver más equilibrados, como el compromiso individual o la competitividad, creo que estoy aprendiendo mucho sobre cómo gestionar no solo un equipo, sino también todo lo que rodea al fútbol. Estos aprendizajes, tanto positivos como negativos, no solo me enriquecen como profesional, sino que también me preparan para enfrentar futuros retos en mi carrera.

¿Cómo aborda el desarrollo integral de los jóvenes jugadores? ¿Qué valores consideras fundamentales en su formación?
Aunque mi sueño es llegar al fútbol profesional con chicos mayores, estoy convencido de que, en las etapas formativas, nuestro rol debe ser más de formadores que de entrenadores. Esto puede parecer lógico, pero a menudo se olvida en el afán de la competición.
Mi filosofía, y algo que siempre recalco a los jugadores, es que todos somos primero personas y luego jugadores. Es imposible llegar lejos si no se valora el crecimiento personal. En el fútbol, solo unos pocos llegarán a vivir de este deporte o a obtener una beca universitaria gracias a él, por lo que trabajar en el desarrollo humano es, en mi opinión, igual de importante, si no más, que mejorar las habilidades futbolísticas.
En mis equipos, pongo un gran énfasis en los valores fundamentales como el respeto, el compromiso, la honestidad y la humildad.
Como entrenador, creo que estos valores deben ser reflejados primero en uno mismo. Solo a través del ejemplo se puede realmente transmitir algo.
Siempre les digo a mis jugadores que un líder no se define por sus palabras, sino por sus hechos. Cada acción que tomamos en el campo, cada decisión, cada entrenamiento debe ser coherente con los valores que predicamos.
De este modo, no solo ayudamos a los jugadores a crecer en el fútbol, sino que también les damos herramientas para afrontar los desafíos de la vida. El fútbol es solo una parte del proceso, y al trabajar en estos aspectos humanos, logramos un impacto duradero tanto dentro como fuera del campo.
Desde mi punto de vista, este enfoque no solo beneficia el rendimiento deportivo, sino que también fortalece la cohesión del equipo, mejora la actitud en momentos difíciles y establece una base sólida de valores que perduran en el tiempo.
¿Cuál ha sido el mayor desafío que he enfrentado como entrenador en diferentes contextos culturales?
Es difícil quedarme con uno solo, pero hay dos que realmente se destacan.
El primero, y sin duda uno de los más significativos, es el proceso de adaptación a un nuevo entorno competitivo. Cuando vienes de Europa como entrenador, y no eres conocido, el camino es más largo y desafiante. En España, siempre había entrenado a chicos de la etapa cadete hacia arriba, con un enfoque más maduro y competitivo.
Sin embargo, al llegar a Estados Unidos, empecé entrenando, entre otros, a niños de 4-5 años. Esto representó un cambio radical, no solo en la edad, sino también en las expectativas, la forma de trabajar y la relación con los jugadores. Pasar de entrenar a adolescentes a niños tan pequeños requiere un enfoque completamente diferente y mucho más enfocado en la formación humana antes que en lo competitivo.
El segundo desafío fue el idioma. Aunque el fútbol es un lenguaje universal, no cabe duda de que cuando llegas a un país en el que no manejas el idioma tan fluidamente como en tu país natal, la comunicación se convierte en un reto. En mi caso, al principio me costó transmitir algunos conceptos de manera clara y efectiva. Aprender y adaptarme a cómo comunicarme de manera eficaz con los jugadores, ya sea a través de gestos, ejemplos o diferentes canales, fue fundamental para poder llegar a ellos y ser entendido correctamente.
La principal conclusión es que la adaptación es clave para poder desarrollarse y crecer en un contexto cultural diferente. Además, es imprescindible mantener una mente abierta, libre de prejuicios y estereotipos, para poder aprender de cada experiencia y aprovechar al máximo las oportunidades que nos brinda un entorno nuevo. La capacidad de adaptarse y comprender las diferencias culturales enriquece no solo como entrenador, sino también como persona.

En tu opinión, ¿Qué hace único al fútbol base en España en comparación con EE. UU.?
Sin lugar a dudas, el aspecto más importante es el cultural. En Estados Unidos, los niños crecen viendo deportes como el fútbol americano o el béisbol. No son muchos los que tienen la costumbre de ir a ver un partido de “soccer” (ni en directo ni en la televisión), ni tampoco de ir al parque a jugar con amigos. Esta falta de conexión con el fútbol, especialmente en comparación con otros deportes, hace que la popularidad del fútbol sea más baja en la cultura deportiva de este país.
Es fundamental que, desde pequeños, los niños idealicen y disfruten viendo fútbol profesional y, sobre todo, jugándolo. Sin embargo, esto es un aspecto cultural que está cambiando lentamente, sobre todo con la llegada de figuras como Messi y la mayor visibilidad de competiciones internacionales como el Mundial de Clubes y las selecciones en estos próximos años. A pesar de estos avances, no creo que los esfuerzos actuales sean suficientes para que esta cultura futbolística cambie de manera radical en Estados Unidos.
En contraste, en España, la formación de los entrenadores es bastante elevada y está reconocida a nivel mundial. Cada vez son más los entrenadores que logran defender y transmitir una idea clara durante los entrenamientos y partidos, algo fundamental para lograr que los jugadores se involucren y se convenzan del estilo de juego propuesto.
Este nivel de preparación y claridad en los entrenadores ayuda a que los jugadores se desarrollen de manera más completa, no solo como deportistas, sino también como individuos que entienden el juego en profundidad.
¿Cómo ve Fernando el futuro del fútbol en Estados Unidos, especialmente en el ámbito juvenil?
Como mencioné en la respuesta anterior, el mayor desafío es el aspecto cultural, que, con suerte, crecerá a medida que el fútbol siga ganando visibilidad, especialmente con eventos como el Mundial y con el trabajo que tantos profesionales están llevando a cabo en este país. A medida que estos esfuerzos se consolidan, la pasión por el fútbol seguirá expandiéndose, lo cual es clave para que el deporte logre una mayor penetración en la sociedad estadounidense.
Un factor positivo que está ayudando a que este cambio cultural se acelere es la presencia de comunidades sudamericanas y mexicanas en Estados Unidos, especialmente en lugares como Houston. Estas comunidades traen consigo una cultura futbolística que se refleja en los propios equipos juveniles y en el ambiente que se respira en los partidos profesionales. Esto sin duda está favoreciendo un entorno más propicio para la práctica de este deporte, lo que es una ventaja para el futuro del deporte en este país.
Aunque no puedo comparar directamente con el pasado, ya que no llevo mucho tiempo en Estados Unidos, he tenido la oportunidad de hablar con compañeros de trabajo e incluso con padres de jugadores, quienes me han comentado sobre el crecimiento del fútbol en los últimos años.
La mayoría se siente confiada y esperanzada con la evolución que está experimentando el deporte, aunque también son conscientes de que aún faltan muchos pasos para poder competir de igual a igual con países como España, entre otros. La evolución del fútbol juvenil en Estados Unidos está en marcha, pero aún queda un largo camino por recorrer para alcanzar el nivel de las potencias futbolísticas tradicionales.

Mirando hacia el futuro, ¿Cuáles son tus objetivos como entrenador y qué mensaje le darías a otros jóvenes que sueñan con dedicarse a esta profesión?
Siempre me gusta hacer una distinción clara entre objetivos, misión y sueño/deseo, ya que son tres aspectos fundamentales para cualquier persona que quiera seguir una carrera en el fútbol.
Mis objetivos como entrenador son claros: seguir mejorando en el idioma, perfeccionar la interacción con los jugadores y sus familias, y seguir desarrollando mi propia metodología de entrenamiento para ser más eficaz y lograr un impacto positivo en los jugadores.
Mi misión es algo que va más allá de los aspectos técnicos. Mi misión personal es crecer como persona mientras ayudo a otros a crecer. Mi meta es dejar un impacto significativo en las personas que se cruzan en mi camino, ya sea un jugador, un compañero de equipo o una familia. Lo más importante es el proceso de crecimiento conjunto y el impacto que puedo generar.
Mi sueño/deseo es trabajar en el fútbol profesional, y si fuera posible, hacerlo en España o en algún otro país europeo con una liga de alto nivel. Este sigue siendo mi gran aspiración , aunque siempre con la consciencia de que los sueños pueden evolucionar y cambiar con el tiempo, entendiendo lo difícil que es conseguirlo al mismo tiempo.
Por lo tanto, el consejo que me aplico a mí mismo, y que le daría a cualquier joven que sueñe con dedicarse a esta profesión, es que sepan cuál es su sueño, que sirva como guía. Aunque no siempre se logre tal cual, es importante tener una misión clara, que es lo que realmente nos da satisfacción y nos mantiene motivados a seguir adelante. Finalmente, los objetivos deben ser pasos prácticos que nos guíen hacia ese propósito. Ser flexible y adaptable, pero sin perder de vista lo que realmente importa: el crecimiento personal y el impacto en los demás.
¿Qué importancia le da Fernando a Futbolverdadero?
Valoro mucho a las personas que luchan por dar a conocer a aquellos que, sin tener el mismo nombre o fama que otros, pueden aportar muchísimo al fútbol. Futbolverdadero cumple con esa misión, dándole visibilidad a entrenadores y profesionales que comparten esta pasión por el fútbol, pero que quizás no tienen la misma notoriedad. Me parece un trabajo fundamental, porque permite a muchos entrenadores sentirse reflejados, ver que no están solos en su camino y aprender de otros que están en la misma lucha por hacer crecer el deporte.
Creo que lo que se está haciendo en Futbolverdadero es magnífico, ya que aporta valor no solo al fútbol, sino también a la comunidad de entrenadores, brindando herramientas y un espacio donde se comparte conocimiento y experiencias. Este tipo de iniciativas enriquecen a todos los que formamos parte de este mundo y ayudan a que el fútbol siga evolucionando para bien.

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