Yo, que me dedico como entrenador a la dirección de equipos de fútbol, me voy dando cuenta de que los jugadores cada vez se cuestionan más las cosas. Quieren saber de forma más profunda por qué motivos se hacen ciertas cosas.
Por ejemplo, les escama entender qué objetivo tiene una tarea de entrenamiento y qué valor les puede aportar, o les preocupa que su entrenador no sea solo un líder deportivo, sino que también sepa liderar emociones, egos o problemas; también le dan más valor a su salud mental y hablan abiertamente de ello, como de la sensibilidad, la necesidad de ir a consulta con terapeutas o la importancia de la manera en que los tratan los demás.
Esto está llevando a un cambio de paradigma en el liderazgo; el jugador, como la persona que es, cada vez necesita más para su bienestar tener a líderes emocionales, que les convenzan desde su razonamiento o conocimiento, que les expliquen los porqués en los procesos de entrenamiento y competición.

Quieren entrenadores que les inquieten, les hagan pensar o dudar; hay un cambio de era en el liderazgo y la verdad que a mí me ilusiona mucho, porque se están acabando aquellas personas que para liderar recurrían a dar miedo o a la autoridad dictatorial donde no existen grises y todo es negro o blanco según las creencias de ese entrenador, y eso lleva a que se está acabando el normalizar los gritos y el hablar de forma despectiva a los jugadores; este tipo de liderazgo ya no gusta a las nuevas generaciones y es una buena señal, significa que estamos evolucionando a humanizar la forma de liderar.
Si como entrenadores queremos impactar de forma positiva en los jugadores que entrenamos; nos debemos preocupar por formarnos continuamente no solo en el entendimiento del juego, sino en conocer de una manera más profunda las necesidades de las personas; debemos dedicar tiempo a leer, ir a conferencias de expertos de la psicología o a tomar café con personas que nos hacen ser mejores.
Porque cuanto más entrenada tengamos nuestra comunicación y sepamos compartirla, más vamos a convencer a los integrantes de los equipos que entrenamos porque les daremos más motivos a través de nuestro conocimiento para creer en nuestra persona como un líder, ya que ellos quieren sentir de sus entrenadores que les pueden ayudar a ser mejores deportistas y personas y esa necesidad que tienen por mejorar nos lleva a que cojamos el hábito de darles un abrazo cuando lo necesitan, nos sentemos a solas con ellos cuando tengan alguna inquietud y les digamos de forma empática cuando cometen errores.

Dentro de todas estas necesidades para impactarles, no nos podemos olvidar de la más importante, que es nuestra actitud a la hora de ser entrenadores en cada entrenamiento y partido que dirigimos; que se note que nos encanta nuestra profesión, que la vivimos con tanto entusiasmo que haga que sea imposible que ningún jugador en nuestro camino como entrenadores no se pueda contagiar positivamente de ella.
El deporte es un reflejo de la sociedad, y esta está evolucionando de forma constante y eso lleva a que el liderazgo también evolucione continuamente. Queridos entrenadores, estamos al servicio de nuestros equipos y eso es uno de los actos más generosos que puede hacer un ser humano: el poner el bien colectivo por delante del individual.
Todavía no he encontrado HABILIDAD más competitiva en un entrenador que la de tener la CAPACIDAD de hacer mejor al jugador que entrena.

Escrito por: LLuis Crespo
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