Hoy nos metemos en la mente del entrenador, esa figura que vive entre la pasión y la planificación, entre el barro y la pizarra.
En Futbolverdadero queremos conocer cómo piensa, cómo siente y cómo lidera cada técnico que deja su huella en el día a día del fútbol. Hoy nos acompaña Nacho Herce.
En un contexto donde el resultado domina gran parte del discurso futbolístico, ¿cómo equilibras la exigencia competitiva con la necesidad de formar, acompañar y proteger al jugador —especialmente en etapas base— sin traicionar tu propia identidad como técnico?
Muchas veces no nos damos cuenta de que entrenamos personas, y ese dato es muy importante. Llevamos grupos de trabajo de entre 20-25 jugadores y cada uno de ellos es totalmente diferente. Nos centramos tanto en lo puramente futbolístico que no nos paramos a pensar en que cada uno de ellos tiene una familia, unos amigos, un trabajo, …
Preguntar al jugador por este tipo de cosas no cuesta nada y te hace abrirte en tu relación más cercana con él. A veces se nos escapan cosas y es por no entablar conversaciones tan simples como las que he comentado anteriormente.
¿Cómo se construye y se sostiene una filosofía de juego propia cuando las condiciones materiales, los recursos humanos o incluso las exigencias del club no siempre la favorecen?
Vivimos en el mundo de la inmediatez y el resultado a corto plazo. Un buen partido es malo si tienes un resultado negativo y un mal partido es bueno si consigues un resultado positivo. Cuando ganas todo parece mucho mejor y cuando pierdes todo parece que está mal.
Los entrenadores tenemos que convivir con ello porque los clubes buscan resultados por encima de todo. Y tenemos que trabajar con ello. Puedes llevar una racha muy buen de resultados, pero en cuanto llega la derrota llegan los problemas. Es ahí donde entra en juego tu capacidad de resiliencia, de creer en tu trabajo y en el de tus jugadores, de convencerte que estás haciendo las cosas bien, …
En los malos momentos, si no crees tú y los tuyos en tu trabajo no lo va a hacer nadie por ti. Lo digo por experiencia.

El entrenador actual debe ser estratega, psicólogo, pedagogo y gestor. ¿En qué momento y de qué manera decides cuál de esos roles debe prevalecer, y cómo evitas que uno anule a los demás?
Hoy en día el entrenador engloba muchos aspectos la verdad. El aspecto táctico, el aspecto técnico, el aspecto físico, el aspecto psicológico, el aspecto emocional, …
Pero lo más importante, bajo mi punto de vista, es el aspecto grupal y la gestión del grupo. Si un entrenador consigue que el grupo crea en él, tiene mucho camino recorrido. Luego podemos entrenar mejor o peor, pero es importante que el grupo crea en ti. Si no es así, lo tiene complicado.
En el fútbol base se habla de proceso, y en el senior, de resultado inmediato. ¿Cómo se gestiona emocionalmente esa dualidad cuando un proceso de trabajo profundo no siempre se traduce en victorias visibles?
Esto que dices también va ligado a la filosofía que tenga el club en el que entrenas. Hay clubes de fútbol base que se centran en la formación y otros en el resultado. Yo pienso que en el fútbol base primero va la formación y luego el resultado. Y que se puede trabajar de la mano la verdad.
Sin embargo, en el fútbol senior lo importante es el resultado. El problema que para llegar al resultado hay un proceso, y en este sentido hay clubes que tienen más o menos paciencia. Yo creo en los proyectos de 2-3 años, es mi filosofía de entrenador. Si en este periodo no hay resultados, entiendo que pueda haber un cambio de entrenador.
Para mí es importante que el club que te fiche crea en tu trabajo y que te deje tiempo para que ese trabajo dé sus frutos.
¿De qué manera te retroalimenta el jugador —ya sea un niño de 12 años o un veterano de 35— en tu propia evolución como entrenador? ¿Qué has aprendido tú del vestuario que nunca se enseña en los cursos de formación?
El fútbol es un aprendizaje constante. Yo siempre digo que los jugadores no solo aprenden de los entrenadores, sino que los entrenadores también aprendemos de los jugadores. Nos retroalimentamos mutuamente. Yo me considero un entrenador abierto, cercano, que deja hablar y explicarse a sus jugadores, porque de sus opiniones se pueden sacar conclusiones que igual yo no he percibido. Luego la última palabra la tengo yo, pero me gusta escuchar para luego sacar mis propias conclusiones.

¿Qué papel juega el contexto —la tierra, el barrio, el club, la historia local— en la forma de entender el juego y en la identidad futbolística que intentas transmitir?
Para mí es una de las claves del fútbol de hoy en día. Tener jugadores que sientan el club en el que juegan, que tengan sentimiento de pertenencia al barrio, al pueblo, a la zona es una de las claves para el equipo funcione bien. Y más cuando el equipo no se encuentra en buena dinámica. Cuando las cosas van bien todo es mucho más fácil, pero cuando las cosas no van tan bien, tener este tipo de jugadores facilita mucho más las cosas.
En una era donde los datos, la tecnología y la inmediatez marcan tendencia, ¿cómo imaginas el futuro del entrenador que aún cree en el ojo humano, la intuición y el vínculo personal con el jugador?
Las nuevas tecnologías y la digitalización han venido para quedarse. No podemos obviar ni negar este hecho. Y han llegado para mejorar y facilitar la labor a los entrenadores en este caso. Pero como bien dijo José Rojo Martín “Pacheta” en una ponencia que estuve de él, lo que percibe y huele el entrenador es lo realmente importante. Las sensaciones que respira el entrenador de un jugador, de un rival, de una jugada, …
Confío mucho y creo en las nuevas tecnologías, pero lo que siente el entrenador en cada momento, eso para mí es lo realmente importante.

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