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#Entrevista: ENTRENADORES DE FUTBOLVERDADADERO: CHARAF EDDINE

Tiempo de lectura: 4 minutos

Hoy nos metemos en la mente del entrenador, esa figura que vive entre la pasión y la planificación, entre el barro y la pizarra.

En Futbolverdadero queremos conocer cómo piensa, cómo siente y cómo lidera cada técnico que deja su huella en el día a día del fútbol. Hoy nos acompaña Charaf Eddine.

En un contexto donde el resultado domina gran parte del discurso futbolístico, ¿cómo equilibras la exigencia competitiva con la necesidad de formar, acompañar y proteger al jugador —especialmente en etapas base— sin traicionar tu propia identidad como técnico?

El resultado es parte del juego, pero no puede ser el único norte. En el fútbol base, la prioridad es formar jugadores y personas con criterio, capaces de entender el juego y de gestionarse emocionalmente dentro de él.

Mi exigencia competitiva no desaparece, pero la traduzco en hábitos de entrenamiento, compromiso y mejora diaria, más que en ganar o perder.

Como entrenador, intento proteger al jugador del entorno y de la presión externa, sin restarle responsabilidad. Ganar forma parte del proceso, pero formar es el propósito. Mantener esa identidad es lo que me permite disfrutar y ser coherente con lo que creo.

¿Cómo se construye y se sostiene una filosofía de juego propia cuando las condiciones materiales, los recursos humanos o incluso las exigencias del club no siempre la favorecen?

Una filosofía no se impone, se construye desde la experiencia y la convicción. Yo creo en un juego proactivo, en dominar desde la pelota, pero entiendo que cada contexto exige adaptaciones. Cuando los recursos o las condiciones del club no acompañan, lo importante es mantener los principios, aunque cambie la forma.

Si mi idea es formar jugadores valientes, solidarios y con pensamiento táctico, eso no depende de tener el mejor campo o el mejor presupuesto.

La coherencia se demuestra cuando las decisiones diarias reflejan lo que dices creer, incluso en la dificultad.

Soccer training on the field

El entrenador actual debe ser estratega, psicólogo, pedagogo y gestor. ¿En qué momento y de qué manera decides cuál de esos roles debe prevalecer, y cómo evitas que uno anule a los demás?

El liderazgo hoy es situacional. Hay momentos donde predomina el estratega, otros donde debe salir el pedagogo o el psicólogo. En un mal momento deportivo, el jugador necesita sentir respaldo humano; en una final, quizás demanda más del estratega.

La clave está en no perder la autenticidad: saber escuchar, leer el contexto y actuar con equilibrio. Evito que un rol anule al otro, porque entiendo que todos forman parte del mismo propósito: que el jugador y el equipo crezcan.

En el fútbol base se habla de proceso, y en el senior, de resultado inmediato. ¿Cómo se gestiona emocionalmente esa dualidad cuando un proceso de trabajo profundo no siempre se traduce en victorias visibles?

He aprendido a valorar más el proceso invisible que las victorias visibles. En el fútbol base, la paciencia es un acto de valentía; en el profesional, es casi un lujo. Gestionar esa dualidad implica tener claridad sobre el propósito: si el trabajo es bueno, el resultado llega.

Emocionalmente, me apoyo en el análisis: cuando el equipo compite con identidad, aunque no gane, el proceso está vivo. El reto es no medir el progreso solo por el marcador, sino por la evolución del jugador y del grupo.

a man coaching his team on the field

¿De qué manera te retroalimenta el jugador —ya sea un niño de 12 años o un veterano de 35— en tu propia evolución como entrenador? ¿Qué has aprendido tú del vestuario que nunca se enseña en los cursos de formación?

El jugador te enseña cada día, si tienes la humildad de escuchar. De un niño aprendes la naturalidad y la pasión sin filtros; de un veterano, la gestión del esfuerzo y la lectura del juego. El vestuario es una escuela que ningún curso enseña: ahí aprendes a leer silencios, emociones, egos, y momentos.

He entendido que dirigir es acompañar, y que el respeto se gana más por la coherencia y la empatía que por la jerarquía.

¿Qué papel juega el contexto —la tierra, el barrio, el club, la historia local— en la forma de entender el juego y en la identidad futbolística que intentas transmitir?

El contexto marca la identidad futbolística. No se juega igual en un barrio obrero que en una cantera de élite, ni en el norte que en el sur. Intento que mis equipos reflejen el carácter del entorno: humildad, esfuerzo, y una manera de competir que conecte con la gente. 

La historia del club y la cultura local deben ser parte del mensaje formativo. El jugador que entiende de dónde viene, compite con sentido de pertenencia, y eso multiplica su compromiso.

En una era donde los datos, la tecnología y la inmediatez marcan tendencia, ¿cómo imaginas el futuro del entrenador que aún cree en el ojo humano, la intuición y el vínculo personal con el jugador?

La tecnología y los datos son herramientas, no fines. El futuro del entrenador estará en saber interpretar la información sin perder el alma del juego.

El ojo humano, la intuición y el vínculo seguirán siendo insustituibles, porque el fútbol sigue siendo un juego de personas y emociones.

El entrenador del futuro no será el que más sepa de tácticas o software, sino el que mejor conecte, inspire y eduque a través del fútbol.






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