Sin formar, no se puede entrenar. Competir no es ganar un partido, es jugar sabiendo lo que se hace.
Me agota el fin de semana sin fútbol porque no sé lo que se hace. En ocasiones, agradezco los periodos vacacionales donde pongo en orden mis ideas y trato de reinventarme para ofrecer lo mejor a mis futbolistas. Pero un fin de semana sin un partido que disputar, no es un fin de semana.
¿Qué me agota aún más? El fin de semana con banquillos repletos de entrenadores del autobombo. Esos entrenadores que quieren ganar a toda costa sin darse cuenta de que ganan sus jugadores y jugadoras, de que su ego debe estar por debajo del interés colectivo. Todos y todas sabemos de quién hablo: los entrenadores de corbata.
Cuando me pongo a ver un partido de fútbol, no me lo trago, lo disfruto mientras lo analizo. No concibo verlo de otra manera. Intento que no se me escape detalle de lo verdaderamente importante y, en mi opinión, lo que tiene especial relevancia es todo lo que ocurre, desde la manera de animar de la grada hasta la forma en la que se expresa el entrenador. Aquí es donde vamos a poner el foco.
Un entrenador no formador, no corrige, sino que grita y abronca por errores pasados. De ahí el jugador o la jugadora no saca nada positivo, no hay aprendizaje, hay temor a repetir una situación que probablemente no volverá a ocurrir.
Una entrenadora o entrenador formador, habla en base a la comprensión del jugador o jugadora, utiliza conceptos que faciliten el aprendizaje y corrige de cara al futuro, no al presente inmediato que pueda asegurar el éxito repentino.
Los entrenadores formadores, una vez que llegan a las categorías superiores, siguen contando con su esencia, no la pierden por el camino y se nota. No sé lo que pasa por la cabeza de los entrenadores que buscan el éxito inmediato que en lugar de trabajar durante el partido, se ponen la misma ropa que podrían utilizar en la cena de Navidad o durante la jornada laboral de un despacho de abogacía.
El entrenador formador sigue con su chándal o con la ropa que mejor queda, la de su club. Se mueve sin buscar la atención de la afición ya que el protagonismo debe estar en los jugadores y en las jugadoras.
Un entrenador formador o una entrenadora formadora, trabaja para dar lo mejor de sí a su plantilla y asegurar su evolución deportiva y, sobre todo, que alargar la carrera deportiva de sus futbolistas durante el máximo periodo posible y con las mayores y mejores herramientas de conocimiento posible.
Escrito por Tamara Blasco. Entrenadora de Fútbol Nacional.
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