Estoy aburrida de eso que llaman fútbol. Aburrida de escuchar a familiares de jugadores y jugadoras de menos de doce años, en las gradas gritando contra el arbitraje, el rival hasta contra el sol que beneficia a los rivales. Cansada de que esos mismos niños y niñas celebren goles como si jugaran el último partido de sus vidas y que al terminar, se tiran al suelo casi llorando tanto si obtienen la victoria como si son derrotados.
Estoy cansada de cómo están tratando a este deporte, de cómo juegan con nuestras ilusiones de cómo generan jóvenes frustrados y como estos mismos jóvenes, con catorce o quince años, terminan dejando el deporte.
Estoy agotada de que se hable de abuso o de que ese mismo abuso exista cuando juegan niños o niñas con fichas de otros para colarlos y llevarse los tres puntos. Cansada de ver que padres o madres permitamos que esto ocurra para poder llevarse un trofeo. Toma, te doy el mío, pero deja que los niños y las niñas sean felices con un juego, no lo corrompas. Mucha presión y muchas expectativas sobre lo que termina siendo, un juego.
Estoy decepcionada con un deporte por el que lo he dado todo. No ha sabido defenderse de las hienas, ha caído en la provocación y ha dejado que los buitres lo traten como carroña. ¿Queremos esto? ¿Realmente queremos esto?
Quiero un deporte libre de intereses supremacistas, donde la institución a respetar no sea un club o un escudo, sino el propio niño o niña que son quienes dan vida al juego. Amor eterno al fútbol, pero al que se hace desde el corazón, al que utilizamos como herramienta para educar niños y niñas felices. Ese mismo fútbol que me ha mostrado lo mejor de este deporte y del que he aprendido lo peor de la sociedad. Ese que me hace mejor persona, ese por el que debemos luchar, ese al que queremos recuperar.
Si tanto quieres a los niños y niñas, si tanto te apasiona el fútbol, déjalo. Tus ilusiones frustradas, tus esperanzas y tu ambición, no son trasladables a quienes quieren sacar lo mejor de sí a través del juego. Si quieres jugar, juega. Si te crees un campeón por dar dos patadas y cuatro gritos, vuelve a casa, reflexiona y luego hablamos. Un club o un escudo no son intocables. Las intocables, las imprescindibles, son las personas que hacen de este deporte, en su base, un juego. Porque el fútbol no es más que eso, un juego divertido, ilusionante y libre.
Autora: Tamara Blasco
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