Hoy hablamos con un mister navarro con una amplia experiencia en los banquillos tanto de segundo entrenador como de primero. Y es que tras su paso por el futbol profesional llego el salto al banquillo.
Por eso vamos a conocer mejor a Adol Baines, que nos cuenta su trabajo, su experiencia y opinion sobre este futbol.
¿Cómo recuerda Adol sus inicios en los banquillos?
Bueno, como entrenador principal esta es mi 6ª temporada, pero mi presencia en los banquillos como tal se remonta a mucho antes, ya que durante muchos años fui entrenador de porteros y segundo entrenador en diferentes equipos profesionales.
Uno se hace entrenador (al menos en mi caso) porque ya no puede seguir jugando, pero la sensación es muy similar a la de aquella época. El mismo cosquilleo interior y la adrenalina competitiva siempre están ahí antes de cada partido, recordándote que tienes que dar tu mejor versión para acercarte lo máximo posible a ganar.
¿Cuáles son los clubes en los que has desarrollado tu carrera como entrenador?
Como te decía antes, tras haber adquirido una amplia experiencia como segundo entrenador, decidí que ya estaba preparado para dar el salto y ponerme a los mandos de un equipo como entrenador principal y esa oportunidad me llegó en Andorra, concretamente en el Inter de Escaldes.
Allí estuve 2 temporadas en las que fuimos capaces de ganar la Liga y la Copa y por consiguiente clasificarnos por primera vez en la historia del club para las rondas preliminares de la Uefa Champions League.
Al año siguiente, me volví a Argelia, al equipo de Paradou donde ya había estado con anterioridad ejerciendo las labores de segundo entrenador y a la conclusión de mi contrato, retorné a España para hacerme cargo de la Pobla de Mafumet (filial del Nàstic de Tarragona que milita en 3ª RFEF) y en donde estoy cumpliendo mi tercera temporada.
¿Cómo ves tu profesión en los banquillos?
Pues por desgracia, cada vez más precarizada. La profesión de entrenador es una profesión de riesgo. Sabemos que la industria nos va a juzgar por los resultados, por más que nosotros queramos poner el foco en la importancia de los procesos.
La inmediatez manda y consumimos con tal voracidad que todo nos parece poco. La búsqueda desenfrenada de la novedad y el cambio, la omnipresencia del marketing, la exaltación de lo superfluo, la ausencia de solidez en los proyectos, el desarraigo y la pérdida del sentido de pertenencia entre jugadores, clubes, administraciones, aficionados…
Observo urgencias, prisas, banalización, mercantilismo, falta de empatía y demasiada gente desesperada por encontrar su propio espacio, aun a costa de incurrir en deslealtades y comportamientos éticamente reprobables.
Pregunta difícil: ¿Entrenador o formador?
Ambos. No puedo disociar una cosa de la otra, con independencia de la categoría de la que estemos hablando. La finalidad del entrenador es convencer a sus jugadores de que haciendo una serie de cosas y desarrollando una serie de estrategias y comportamientos, el equipo va a estar más cerca de ganar.
Eso requiere, necesariamente, una gran capacidad pedagógica tanto a nivel técnico-táctico como a nivel de formación en valores. La humildad, la cultura del esfuerzo, el compromiso… El entrenador tiene que manejar tal cantidad de variables e intangibles que tiene que estar permanente “afilando” tanto su conocimiento como su capacidad para transmitirlo convenientemente a cada uno de sus jugadores y eso necesariamente acarrea un “adoctrinamiento”.
¿Qué es lo que buscas entrenando en una categoría compleja como la base?
Responde a una situación coyuntural que se puede explicar por dos razones. La primera de ellas tiene que ver con una frase atribuida a Albert Einstein que decía así: “El aprendizaje es experiencia, todo lo demás es información”. Es decir, la mejor manera de aprender es “haciendo” y para ello se necesita un entorno favorable que garantice la consolidación del conocimiento. Eso es lo que he encontrado yo en mi actual equipo.
La segunda razón tiene que ver con una necesidad personal de ayudar a la gente y contribuir a su formación. El hecho de ser entrenador de un equipo filial me brinda la oportunidad de volcar toda mi experiencia acumulada como jugador profesional, más toda la que voy adquiriendo día tras día como entrenador en cada uno de mis jugadores, de manera que puedo ayudarles a que algún día ellos también puedan alcanzar el sueño de ser futbolistas profesionales.
Como digo muchas veces, el mayor título que puedo ganar como entrenador no son los trofeos, sino el recuerdo que dejas en cada uno de tus futbolistas y ese reconocimiento de los jugadores hacia tu persona supone para mí una gran satisfacción interior.
El objetivo de la formación en la base debe ser…
El amor por el fútbol. Jugar, jugar y jugar. Disfrutar jugando y compitiendo en una etapa de tu vida maravillosa en la que se forjan grandes amistades y se coleccionan grandes recuerdos.
Y desde el punto de vista de la institución y/ o el entorno (padres, representantes), la gestión de las expectativas. Unas expectativas demasiado altas conlleva altos índices de frustración.
¿Crees que los clubes buscan más el resultado a corto plazo o la formación del jugador a largo plazo?
Todo depende de la luz de los faros que tenga cada entidad. Si conducimos con las luces largas, normalmente nuestra visión es más amplia. Miramos lejos y anticipamos acontecimientos.
Con las luces cortas, la visibilidad es algo más limitada y nuestro rango de acción también se reduce porque nos perdemos posibilidades. Por último, están las luces de posición que todos sabemos que son de estacionamiento y no te llevan a ningún lado.
Normalmente, los clubes que conducen con las luces largas tienen una visión a largo plazo y asumen con naturalidad que no todos los años va a disfrutar de una buena camada de jugadores. Son clubes con una clara visión estratégica, infraestructura, cimientos sólidos y normalmente un arraigado sistema de valores que contribuye a la formación de un ADN propio.
¿Cómo recuerdas el cambio de fútbol base a senior?
La diferencia fundamental reside en que aumenta la exigencia y para hacer frente a ella, la experiencia del jugador resulta un factor determinante. A mayor nivel de conocimiento, mayores y mejores respuestas sobre el campo.
La madurez te permite tener una mayor capacidad para ser competitivo. Yo siempre digo que una de mis funciones como entrenador de un equipo filial es acelerar el proceso de aprendizaje, de tal manera que mis jugadores no tengan que esperar a cumplir 28-29 años para tener un amplio conocimiento del juego, sino que sean capaces de adquirir esa facultad mucho antes para el beneficio de sus propias carreras.
¿Cómo está siendo la actual temporada?
Pues un poco en la línea de año pasado. Somos un plantel muy joven, capaz de jugar grandes partidos frente a rivales de envergadura, pero también tenemos la contrapartida de no ser lo suficientemente competitivos cuando nos enfrentamos a esa tipología de equipos que basan su juego en el físico y el juego directo. Allí, nos cuesta.
Es decir, cuando el fútbol nos lleva al duelo individual, los balones divididos y las segundas jugadas, los partidos se nos hacen más cuesta arriba. No obstante, estoy contento del trabajo que venimos realizando, puesto que a pesar de todos los inconvenientes, el equipo crece y estamos contribuyendo a que muchos jugadores promocionen al primer equipo.
¿Cuáles son los objetivos que buscas en tu equipo?
Como te decía antes, nosotros somos el filial del Nàstic de Tarragona y nuestra misión principal es la de formar jugadores para que puedan dar el salto al primer equipo. Eso requiere, como te decía antes, mucha paciencia y unos tiempos de cocción adecuados.
El proceso está lleno muchas veces de altibajos y nuestro objetivo es precisamente encontrar una regularidad a nivel de resultados que nos permita trabajar sin angustias clasificatorias. La formación implica también necesariamente aprender a ser competitivos y nosotros tratamos de serlo para asegurar buenos resultados y tratar de quedar lo más arriba posible en la tabla clasificatoria.
No obstante, este objetivo general coexiste y no es en absoluto incompatible con la aspiración personal de dotar a mi equipo de unas señas de identidad reconocibles como pueden ser la presión tras pérdida, las transiciones ofensivas y la verticalidad de nuestro juego.
Cuando el equipo logra plasmar todo eso sobre el campo, el trabajo nuestro como entrenadores cobra todo el sentido del mundo y es una sensación impagable.
¿Crees que pueden existir muchas escuelas o muchos clubs en la zona donde entrenas?
Yo creo que hoy en día proliferan por todas partes tanto escuelas como clubes de fútbol. No obstante, yo reivindico el fútbol de la calle. El que se ha jugado siempre. Aquel que no conocía de horarios ni restricciones y que además era “gratis”. Se jugaba por el placer de jugar. Quienes jugábamos al fútbol sentíamos verdadera pasión por lo que hacíamos y podíamos estar horas y horas jugando sin descanso. Todo eso se está perdiendo. Las escuelas y los clubes deberían de reflexionar acerca de esto e incorporar en sus departamentos de metodología un espacio para la “práctica callejera”.
Hay una frase que dice así: “La práctica no es lo que uno hace cuando es bueno. Es lo que uno hace para volverse bueno.” Pues eso. Jugar, jugar y jugar. Practicar, practicar y practicar… Las famosas 10.000 horas hasta convertirte en un experto…
¿Qué es para ti Fútbolverdadero?
Pues francamente, ha sido un grato descubrimiento. Una web que remite al patio del colegio como el origen de todo, que pone el foco en el fútbol modesto, dando voz a muchos entrenadores anónimos que trabajan con denuedo en la persecución de sus propios sueños y que ofrece artículos de calidad muy interesantes que invitan a la reflexión y en muchos casos me atrevería a decir incluso que al “reseteo”.
Sin duda, se trata de un lugar de encuentro muy recomendable y quisiera aprovechar esta entrevista para felicitaros por ello.
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